2021, un año de individualidades
La Región de Murcia ya tiene a sus mejores deportistas del año 2021. Tras el paréntesis, motivado por la pandemia del COVID, tras el aplazamiento por la situación sanitaria, en... Leer más →
El murciano Carlos Alcaraz solventó una trampa de primera ronda, contra un Jan-Lennard Struff que venía en un pésima estado de forma, pero que complicó el debut del español en el torneo y le empujó hasta el límite (4-6, 7-5, 4-6, 7-6 (3) y 6-4).
Alcaraz venía a Wimbledon sin partidos previos en hierba y estuvo cerca de pagar la novatada contra un Struff que, pese a que ha perdido doce de sus últimos trece partidos, tiene un juego que se adapta a la perfección a esta superficie. A base de utilizar su potente saque y acortar los puntos, metió en un problema a Alcaraz, cuyo intento de alejar los favoritismos durante la semana pasada cobró sentido cuando el alemán amenazó con eliminarle.
El español necesitó del paso de los minutos para hacerse a las condiciones de la pista, que comenzó y terminó con el techo cerrado por la lluvia londinense, lo que actuó como estímulo para la potencia del germano.
«Mi mejor partido al saque»
El de El Palmar reconoció en declaraciones tras el partido que el de hoy ha sido su mejor partido al servicio y que todavía no sabe cómo sacó «tan bien».
Tras conseguir 30 saques directos frente al cañonero alemán Jan Struff, Alcaraz se mostró feliz tras conseguir una sufrida victoria y recibir el respaldo abrumador del público en la pista uno del torneo londinense.
«Todavía no sé cómo saqué hoy, ha sido mi mejor partido al servicio. Ese ha sido el arma que usé en el partido», señaló un pletórico Alcaraz.
Al igual que el año pasado, el español avanza a la segunda ronda después de un primer choque que se fue a los cinco sets (4-6, 7-5, 4-6, 7-6 (3) y 6-4): «Eso quiere decir que me gusta mucho jugar en hierba y que no quiero dejar la pista», bromeó.
Reconoció que se sentía «bastante bien» tras el triunfo y que tampoco esperaba moverse «tan bien» como lo hizo por la pista.
Interrumpido en varias ocasiones por los gritos del público, que rugió en su apoyo en los momentos en que más lo necesitaba, Alcaraz se sintió abrumado ante las muestras de cariño y definió la experiencia de jugar en ese ambiente como «algo asombroso».